Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío, que grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto
Asaentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás: la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas
De los manantiales sacas los ríos para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo y entre las frondas se oyes su canto
Desde tu morada riegas los montes y la tierra se sacia de tu acción fecunda: haces brotar hierba para el ganado y farraje para los que sirven al hombre
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas.